UNA POESÍA DE ELOY COHEN
El Golem está suelto. Los costados
de la noche se reclinan en su risa,
otra vez cascabel, cristal, espejo,
universo en la punta de un ovillo,
imposible lugar de nacimiento
de todas las canciones. El vigía
grita “¡Tierra!” a cada ola. El reloj
sólo da horas señaladas. Todo suena.
En la cuenta del verdugo del eclipse
ya no hay rosas ni mareas mal sumadas.
Todo es obra de una letra dibujada
que quizá pudo matar pero dio vida.
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